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lunes, 20 de julio de 2009

ATLETISMO, AUTOESTIMA Y EL SEXUALIDAD

Los niños de Los Portales, en Chiguata, quedaron satisfechos con la clínica deportiva dictada por el profesor Paúl Condori Bedregal, el sábado 18 de julio en el patio de la institución educativa General Velasco Alvarado.
“Me gustó correr y aprender algo de atletismo”, dijo el pequeño José Antonio Mamani o simplemente “Toño”, como le llaman sus amiguitos del tercer grado de Primaria.
Paul Condori, quien también es campeón nacional de triatlón, concentró su esfuerzo en enseñar a los menores las técnicas básicas del atletismo, desde el movimiento correcto de los brazos hasta la coordinación en los pasos.
Asimismo, el profesor de educación física hizo una evaluación preliminar sobre las preferencias de los niños por las distintas disciplinas deportivas.


Los niños formaron grupos para dar paso al taller sobre auto estima

Formaron frases que tenían que ver con el taller de auto estima y después las explicaron


Bueno como siempre las niñas fueron las primera en terminar en formar frases


Escribiendo los conceptos que tiene sobre auto estima


El pequeño “Toño” explicando que es: Aprecio y Atención

AUTOESTIMA

Pero la jornada sabatina comenzó con un taller de Autoestima, a cargo de la profesora Clara Colque, que consistió en un trabajo de grupos en los que los niños comprendieron la importancia de valorarse con virtudes y defectos.
Además intercambiaron ideas sobre el tema y culminaron con el juego de la rifa en el que los pequeños, al frente del aula, se dijeron unos a otros lo importantes y valiosos que son.

TAMBIÉN SE AMAN

Por la tarde del sábado 18, las mismas técnicas utilizadas con los niños en el tema del Autoestima se emplearon con sus padres.
Ellos también entendieron lo importante que es decir “Me quiero y te quiero”, para de esa manera formar adecuadamente la personalidad de los niños.
Todo esto se desarrolló en la tercera jornada de la Escuela de Padres de Yachasunchis.

El gran Paul Condori iniciando las clínicas deportivas esta vez de atletismo


Los niños poco a poco aprender a correr


La jornada se cumplió en el patio de la escuelita de Los Portales


Los pequeños pasaron un día inolvidable por las nuevas técnicas que aprendieron


Los obstáculos humanos uno de los juegos que les gusta a los pequeños



El delicioso refresco después de la jornada deportiva
HABLARON DE SEXOLOGIA

Previamente al taller de Autoestima, los madres hablaron de sexo y es que en esta ocasión la licenciada Norma Chacón Ancasi, expuso sobre Educación Sexual, en medio de gran expectativa entre las progenitoras.
Distintas inquietudes expresaron las madres y fueron resueltas por la profesional de la salud, quien resaltó la importancia de hablarles a los hijos con la verdad ante cualquier pregunta relacionada con su sexualidad.
Los consejos y recomendaciones no faltaron. Al final las madres asumieron el compromiso de poner en práctica todos los conocimientos adquiridos junto a Norma Chacón.

La experta obstetra Norma Chacón en una charla didáctica y participativa de orientación sexual


Las madres quedaron satisfechas con la presentación de la profesional

Al igual que los niños en la mañana, las madres por la tarde participaron en el taller de auto estima

Debatiendo entre las integrantes del grupo sobre el tema

Nuevamente un aula de la escuela General Velasco fue el escenario para el taller

Un beso, siempre es bueno para decir que tan importante es tu prójimo

Un gran abrazo de amistad y solidaridad entre las madres de Los Portales

jueves, 16 de julio de 2009

EL BAILE DE LOS NIÑOS DE TAPAY



Fredy Quico vive en Tapay, su mirada refleja temor, tiene 5 años y su cuerpecito apenas pesa 19 kilos. El lunes de la semana pasada, se hizo una herida en la cara mientras ayudaba en la chacra a su mamá Alcántara Quico, pero no se dio cuenta. Y ahora luce una pequeña cicatriz desde su pómulo izquierdo rajado por el frío propio de una altura de 3,200 metros.

Su mirada también demuestra timidez, pero Fredy que sólo mide 105 centímetros, también sabe sonreír, y cuando nos reconoce, su carita cambia, es otro niño, o quizá recién se comporta como tal, alegre, dispuesto a jugar, correr, gritar de emoción e inclusive, bailar, al igual que todos los niños que estudian en la escuela primaria e inicial de este valle cayllomino.




EL TECHO DEL MUNDO

Un equipo de trabajo de Yachasunchis Pukllasunchis (YACHAY), llegó a Tapay el último sábado 11 de julio, un pueblo clavado casi a la mitad de una de las impresionantes paredes rocosas que conforman el Cañón del Colca. El objetivo del viaje era continuar con el proyecto “Educación y Deporte en el Techo del Mundo”.

De Arequipa, el bus que no pasó control de “Tolerancia Cero”, con asientos sin cinturones de seguridad y televisores de adorno, partió a la 01:00 de la madrugada del mismo sábado y tres horas después llegó a Chivay.

Minutos antes de las 6 y con un frío soportable, el vehículo se detuvo en Cabanaconde, porque sólo hasta allí llega el transporte interprovincial.

Junto con el presidente de YACHAY, Rómulo Leanderas, viajamos los profesores Clara Colque, Carlos Medina, Paul Condori (campeón nacional de Triatlón) y el periodista deportivo Juan Pablo Olivares.

Tras un breve desayuno que nos vendió una atenta cabaneña, desde su puesto ambulante ubicado justo a lado de la comisaría que estaba cerrada, iniciamos el descenso al río Colca con Alcides Tinta, nuestro guía y arriero de turno.

Después de una intensa y extenuante caminata de 2 horas con 20 minutos, con caídas y resbalones sobre senderos arenosos o pedregosos o empinados o angostos, pudimos sentarnos a un costado del puente colgante, pero el tortuoso camino quedaba de lado, ante el imponente Cañón que mostraba orgulloso sus caprichosos perfiles rocosos.

Al otro lado del río, corazón del Cañón del Colca, unas acémilas cabizbajas y de triste mirada, esperaban nuestros pesos corporales para iniciar el ascenso a Tapay, sobre un sendero igual de pedregoso pero que por el microclima interandino, está rodeado de una variedad de flora, conformada por pencas de tunas, molles, y árboles frutales (higos, manzanas, membrillos, duraznos, pacayes, sauco, lúcuma y peras).

Allí no hay caballos, porque no saben caminar por peligrosos senderos que llevan hasta Tapay y pueden caerse y provocar accidentes. “La mula ya conoce su camino”, afirma Alcides.









YACHAY EN TAPAY

Después de 90 minutos, llegamos a Tapay, y cuando uno ingresa, siente la impresión de que está en un pueblo fantasma. Las calles empedradas o húmedas por las acequias lucen vacías, las casas con paredes de piedra y barro con techos de calamina o paja tienen las puertas abiertas o simplemente no las tienen, y el silencio que reina, sólo es interrumpido por algunos sonidos onomatopéyicos de algún burro o mula.

Pero el silencio se rompe cuando nos acercamos a la única escuelita primaria (Nº 40148), que tiene sólo 20 niños en sus 6 secciones que se acomodan en dos aulas. Los niños de primero a tercero están en pleno dictado de clases, y algunos de cuarto a sexto se disputan la eterna final del partido de fulbito del recreo, donde incluso algunas niñas también se animan a patear una pelota medio desinflada, para no quedarse sentadas.

Junto con Rómulo, ingresamos a las dos aulas, algunos pequeños nos reconocen, otros no, pero igual los invitamos para la tarde. Algunos niños se inquietan pero permanecen callados. Nos observan, se sonríen con timidez, bajan la cabeza y luego intentan esconderse sus miradas.

“Desde las 3:30 los esperamos, hemos venido con una persona especial que será una sorpresa para ustedes”, les dice Rómulo, y Adolfo Salas de tercer año, nos saluda y pregunta quién es, quien ha venido, y sólo le decimos que es sorpresa.

“No se olviden, vayan a sus casas y regresan en la tarde porque vamos jugar como cada vez que venimos a visitarlos, y les avisan a sus papás que ya llegamos y que los esperamos en la tarde para la escuela de padres”.

Es casi la 1 de la tarde, y también ingresamos a la escuela de nivel inicial, la profesora Teresa escucha sobre la razón de nuestra presencia, y allí está nuestro pequeñito Fredy Quico, tímido, con su carita rajada y con cicatriz, con sus ojotitas viejas que muestran sus pequeños pies ya encallecidos y sucios, un gorrito de lana azul que lo protege del frío y una gran dificultad para hablar. Fredy sólo nos mira, y es el reflejo de la timidez de los niños de Tapay, que casi no reciben amor paternal, que crecen en silencio, sin orientación ni ayuda.

Pero el pequeño Andrés, cuatro centímetros y medio kilo más que Fredy, es más desenfadado, nos habla, me revisa la bolsa que llevo con algunos productos para el refresco, me pregunta a qué hora hemos llegado y quiere saber todo.

En la escuelita de inicial, se distraen con unos cuentos que YACHAY les obsequió en abril, y cuando los invitamos para que vengan en la tarde, parece que no entienden.

Sólo Joel Taco, a quien únicamente le gusta la leche de su vaca (“la eche de otra vaca no me busta, sólo tomo la eche de mi vaca”, nos dijo el anterior viaje en que les entregamos flan de vainilla), y mientras intenta lavarse los dientes con dificultad, nos saluda y dice, “en la tarde voy a venir con mi hermano (Jamil)”.











SÁBADO DE FIESTA

Un almuerzo con el exquisito sabor de la cocina a leña, un breve descanso en el alojamiento para turistas que tiene Alcides con su esposa Haidé, y ya era hora de subir a la escuela que felizmente tiene una loza deportiva con arcos de fulbito y tableros de básket.

Son casi las 4 de la tarde, y todavía no están los niños. Pero cuando Juan Pablo toca una campanita de metal de estilo colonial, los pequeños empiezan a llegar desde todas partes y en unos minutos ya empiezan a jugar con el campeón de atletismo Paúl Condori.

En forma paralela, se inicia una reunión con la directora del plantel Patricia Romero y el docente Humberto Carrillo, y se alista la sorpresa que llevamos para los pequeños que cumplieron años entre enero y julio, aunque en realidad, la sorpresa, esperábamos, estaba dirigida para todos.

Paúl Condori que también es profesor de educación física, evaluó el desplazamiento y forma de correr de cada uno de los niños, sus movimientos y actitudes para el deporte, así como sus afanes por competir. Los niños se esfuerzan, se animan gritando sus nombres, pero al mismo tiempo, se ríen y divierten con el carisma de Paúl.

De pronto, la sorpresa está lista, y la profesora Clara pregunta a los niños si recuerdan cuando en diciembre del año pasado los visitó Papa Noel (diciembre 2008), y los pequeños responden casi al unísono que sí.

“Ahora, desde un helicóptero, ha venido a visitarlos otro amiguito especial, para hacerlos reír y jugar con ustedes, quieren saber quién es, es el payasito Carlyn, pero para que venga, tienen que llamarlo con todas sus fuerzas”, agrega Clara.

Y los niños con rostros de curiosidad y ansiedad, empiezan a gritar, “¡payasito Carlyn! ¡payasito Carlynnnn!!!!”. Y desde una de las aulas, el profesor Carlos Medina, con su atuendo de payasito, se aparece dejando boquiabiertos a la mayoría de pequeños.

Carlyn correo hasta el centro del patio y ya los hace reír, les pide que cierren los ojos y los conduce hasta el aula desde donde apareció. Son las 5:40 de la tarde y las montañas son como cortinas que ya impiden el paso del sol. Y en esa preliminar penumbra, con las luces apagadas, los pequeños ya están dentro del aula.

El payasito Carlyn con nariz roja y ropa multicolor les dice que pueden abrir los ojos, y cuando lo hacen, no pueden creerlo. Se miran entre ellos. Se quedan con la boca abierta o se la tapan con sus manitos, quieren verlo todo y se ríen, mientras suena una canción infantil de cumpleaños y empieza la fiesta.

EL aula está decorada con globos y serpentinas, y encima del pupitre hay tres tortas con vasitos de refresco y bocaditos que los niños nunca comieron. “¿Qué es eso?, pregunta Andrés mirando las papitas fritas y los chizitos. Mientras que otros niños contemplan la piñata colgada del centro del aula, y que parece no soporta el peso de su contenido.

En unos segundos, y con gorritos cumpleañeros, todos bailan, incluso los más tímidos y también los más pequeños que saltan emocionados porque no pueden coordinar movimientos de baile. Carlyn juega con ellos y mientras descansan luego de un breve “bailetón” por ver quien merece los primeros premios, les habla de la gripe AH1N1 y las formas de prevención para que nadie se enferme.

En la ronda de bocaditos, cada pequeño quiere agarrar todo lo que sus manitos se le permiten, sus chompitas estiradas son pequeños almacenes de todo lo que pueden reunir y no tienen problema de mezclar el pop corn con la papitas, caramelos y galletas, y al mismo tiempo, coger un vaso de gaseosa.

Y sigue la diversión, se ríen, se descubren bailarines, las niñas ya muestran su recato y los niños reflejan su viveza, pero todos bailan, incluidos los YACHAS. De pronto las luces vuelven a apagarse y en el centro de todos, colocamos las tres tortas con velas que soplaron mucho antes del momento preciso.

Luego de comer su porción de torta, llega el turno de romper la piñata y en unos segundos, todos están buceando en el suelo buscando los juguetes y golosinas que cayeron del aire.

La fiesta llegó a su final, queríamos que se sientan queridos, atendidos, agasajados, queríamos que se sientan importantes, y parece que no quieren irse. Pero es de noche, reciben sus globos que tanta admiración les causó cuando abrieron los ojos, y se despiden de nosotros con gestos de alegría. “Mañana los esperamos a las 9, para seguir jugando”.















DOMINGO DE FRUTAS

El cansancio que doblegó a todos por la jornada anterior, no limita las tareas programadas para el domingo, e incluso Paúl salió a entrenar en busca de unas ruinas preincas ubicadas cerca a Tapay, aunque no las encontró.

Desde las 08:30 de la mañana, empezó la segunda sesión de la escuela de padres en un ambiente de la municipalidad distrital de Tapay, donde recibieron un taller sobre autoestima a cargo de Clara Colque y Rómulo Leanderas.

Los padres reaccionaron de forma positiva con la actividad, e incluso, una de las madres no pudo evitar las lágrimas al escuchar un audio sobre un niño que quiere pagarle a su padre el dinero que gana en una hora de trabajo, para que pueda jugar con él.

Luego de culminar el taller donde los padres renovaron su compromiso de participar, se conformó la junta directiva de padres YACHAY, integrada por las señoras Haydé y Nicolasa, a quienes el presidente de la asociación Rómulo Leanderas, les entregó la ropa de abrigo para los niños y niñas. Mientras ello ocurría, los niños recibían el segundo taller de cuentos de la profesora Clara y la sesión correspondiente a la clínica deportiva a cargo de Paúl.

Faltaban algunos minutos para el mediodía y las diferentes tonalidades de verde del silencioso pero acogedor Tapay, brillaban bajo el sol para conformar un paraje de ensueño y tranquilidad.

Los niños juegan bajo ese apacible y bello ambiente natural, y al terminar las actividades, reciben una ensalada de frutas que no produce el valle (papaya, piña, mandarina, platano y fresas con yogurt) y la comen con curiosidad que se convierte en alegría por el sabor del agradable lonche.

El cansancio no está presente en nuestros ánimos pero sí la tristeza por la partida. Los niños casi no lo sienten, ellos piensan que podemos venir cualquier día y empiezan a regresar a sus casitas de piso de tierra y techo de paja, y sólo algunos nos preguntan cuando retornaremos.

“En agosto o setiembre”, responde Clarita al inquieto Andrés, mientras que la tierna Naibe Ala Quico de primer año, nos dice “que venga otra güelta el payasito Carlyn porque nos ha hecho reír y nos ha dado regalitos ¿ya?”.

(Christian García, Coordinador YACHAY en Tapay)