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jueves, 5 de octubre de 2023

LOS ESCLAVOS DIGITALES DE AREQUIPA Y LA COMPLICIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Por Christian D. García Puma

Amar la esclavitud

José Manuel era un negro que pensaba como blanco. Era un esclavo que anhelaba ser libre, hasta que conoció a la hija de su patrón.

    “- ¿Y tú no quisieras casarte? - le interrogó María Luz, mirándole fijamente.

      -  Jamás he pensado en ello, señorita. Esclavo y casado, ¿para qué?”.

El esclavo negro entendía que casarse le hubiera significado una doble esclavitud, sin embargo, luego descubrió que sentía un amor imposible por María Luz, un sentimiento que se hacía más grande a pesar de la distancia infinita que los separaba.



José Manuel entendía que ese amor, era como una forma de sumisión todavía más fuerte que la opresión del hombre por el hombre, no obstante, su conciencia y lucidez, se enamora de María Luz, se somete a esa doble esclavitud, y terminó muerto dentro de una tina de jabón hirviente, como relata Enrique López Albújar, en su novela “Matalaché”.

Esta obra literaria, considerada como la primera novela “negrista” del Perú, retrata con perfección la sociedad peruana y la esclavitud de los negros, años antes de la guerra por la independencia. https://biblioteca.agustinos.pe/opac_css/doc_num.php?explnum_id=2148

Desde entonces, han transcurrido más de 200 años de aquel momento histórico, y casi 170 años desde que el entonces presidente Ramón Castilla, decretó la libertad de todos los esclavos en el Perú. Sin embargo, la esclavitud hoy, está más vigente que nunca.

En este tiempo posmoderno, el hombre subyuga al hombre sin necesidad de emplear la fuerza. El patrón no es como aquel criollo piurano llamado Juan Francisco de los Ríos, dueño de una hacienda en el norte del país que describió López Albújar. El patrón actual no obliga a sus negros, a que trabajen todo el día en una fábrica de jabón.

El patrón posmoderno no necesita una hacienda, aunque abunden aquellos ávidos por fabricar jabón con sus propias vidas. A diferencia de los negros, indios, mestizos y todos los que sufrieron y murieron oprimidos en la época colonial del Perú, hoy sobran los esclavos digitales quienes se entregan en cuerpo y alma a los poderosos gigantes tecnológicos (Big Tech: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) que dominan el mundo.

Y a diferencia del personaje mulato conocido como "Matalaché", que esperaba y anhelaba ser libre, como todos los esclavos negros en el mundo a partir del año 1,600, los hombres posmodernos, pareciera que esperan y anhelan ser esclavos.

 


 Grito de libertad

La historia de la humanidad es también la historia de la esclavitud del hombre. El hombre sufrió la opresión y violencia desde tiempos preincas. La guerra constante de los grupos andinos por extender sus dominios, graficadas y registradas por historiadores como Pedro Cieza de León, reflejan la obsesión del hombre por conquistar y oprimir, por vencer y esclavizar. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-28722013000100002

La guerra entre chancas e incas es también una muestra de las cruentas batallas que libraron los hombres andinos por su libertad y ambición por el poder. Se cuenta que los chancas invadieron y destruyeron el Cusco, capital inca, ante la debilidad de Viracocha, pero surgió el inca Pachacútec para repeler a los curacas invasores y construir luego el Tahuantinsuyo, pero a costa de muerte y esclavitud.


Hasta que los incas que fueron grandes conquistadores y vencedores, se convirtieron en los conquistados y vencidos por un grupo de españoles que sometieron el imperio, gracias a los hombres esclavizados que clamaban venganza por los abusos y sometimientos que recibieron de los hijos del sol.

Es que todos los conquistados, anhelan ser conquistadores. Todos los que sufren opresión y mastican la derrota en la esclavitud, ansían ser libres, es la historia del Perú, es la letra de su Himno Nacional, es un sueño imperecedero, tener libertad, y gritarla a todo pulmón.

Los mismos incas se resistieron al yugo español, durante cientos de años, el deseo de libertad era el legado de los primeros rebeldes, de los sucesores del imperio incaico que, aunque también opresor, era libre. Y peleaba por recobrar su libertad, aunque eso recién ocurriera 300 años después de la llegada de Francisco Pizarro.

Y la historia plagada de interminables guerras, conquistas, sometimientos, rebelión y libertad, que se vivió en el Perú antiguo, es también la historia del mundo, una constante pelea por conquistar y por ser libre, un rechazo frontal a la sumisión y esclavitud, un anhelo incesante de libertad e independencia. Porque ser y vivir libre, siempre fue una característica del hombre.

 Esclavos digitales

Pero ese pensamiento y anhelo de libertad, desaparece en este tiempo posmoderno.

El hombre y la mujer, han cedido su libertad. Han renunciado a ser libres. Quieren ser subordinados. Buscan vivir sumisos. Aceptan ser esclavos digitales. Aman su esclavitud, y se lanzan voluntariamente a la tina hirviente de jabón, sin resistirse, sabiendo que entregan sus propias vidas y renuncian no solo a su libertad, sino también, a su dinero, privacidad y a su propio pensamiento crítico.



En una entrevista realizada por Helena Olivan y Lurdes Vidal, la escritora Nawal al Saadaawi fue interrogada sobre cómo definiría la situación de la mujer en el mundo árabe, y su respuesta fue un azote al sistema actual basado en la esclavitud posmoderna. https://www.iemed.org/publication/vivimos-en-un-sistema-de-esclavitud-posmodernodominado-por-el-poder/

“En primer lugar, debo decir que no contemplo las cuestiones de mujeres o la opresión de la mujer como algo específico de un país o religión. Es algo universal, relacionado con el sistema de clases patriarcal, desde los tiempos de la esclavitud. Y, en cierto modo, seguimos viviendo en un sistema de esclavitud posmoderno, dominado por el poder. Vivimos en una jungla en que hombres como George W. Bush pueden llevar a su ejército a Irak y matar a cientos de miles de personas, o Ariel Sharon puede matar palestinos sin recibir castigo ninguno. Y no hablemos ya de las multinacionales o del Banco Mundial, que no matan por medios militares, sino de hambre”, respondió la escritora árabe.


Nawal calificó esta situación como un “genocidio económico” que genera pobreza y que incentiva la migración que causa más pobreza aún. “Éste es el sistema de esclavitud posmoderno en el que vivimos, basado en el poder militar, del dinero o de los medios de comunicación”, remarcó.

https://www.swissinfo.ch/spa/egipto-obituario_muere-nawal-al-saadawi--la-pensadora-feminista-egipcia-m%C3%A1s-destacada-del-s-xx/46466624

El hombre y la mujer, vivieron subordinados a las decisiones y consecuencias del poder militar, sin duda, pero ese misil aire-tierra es consecuencia del poder del dinero, el poder de las transnacionales, el poder de los dueños del mundo como los gigantes tecnológicos, que ya no necesitan balas ni soldados para esclavizar. No es necesario, el hombre se esclaviza solo.

El año 2018, el director de cine Andrew Nicol, profundizó la actitud sumisa del hombre posmoderno con una película de ciencia ficción que reproduce la inercia del ser humano frente al poder económico que crea un sistema que controla todo.



Uno de los protagonistas de esta cinta, se pregunta con profunda preocupación:

-"¿Quién puede hackear a un ser humano?”.

Es que, en ese mundo imaginario, que sin duda pronto se hará realidad, no existen los celulares. Apenas alguien nace, el futuro sistema del nuevo capitalismo de la vigilancia, implanta un dispositivo en el ojo y cerebro de cada ser humano, con el cual, puede ver todo lo que hace, incluyendo sus recuerdos.

Con una simple decisión mental, desde el ojo de cada individuo, se proyecta una imagen con datos de todo lo que ve, incluyendo la descripción e identificación de cosas y personas. Si un policía observa a un ciudadano cualquiera, con solo mirarlo, el sistema implantado en su ojo, le reporta su identidad y todos sus datos y antecedentes.

Si una persona quiere comunicarse con otra, basta que decida llamarla, y desde el interior de su globo ocular, surge una pantalla de llamada que es recibida por el destinatario. Una suerte de telepatía real que poseen todos, pero que es controlada por el sistema.

De esta manera, el sistema vigila al hombre sin necesidad de ingresar a sus redes sociales, no necesita intervenir sus líneas telefónicas, no requiere revisar sus cuentas bancarias, porque le hackea el cerebro, interviene en sus pensamientos, y hasta tiene el control de sus recuerdos.

La cinta se llama “Anon”, y cuenta la historia de un hacker que hackea al sistema, que tiene a su vez, hackeado a todo ser humano. Y los diálogos son tan inverosímiles como reales y muy próximos a la vida actual. El hacker no puede ser detectado y creen que él, está cometiendo asesinatos.

-"Este nivel de anonimato hace posible cualquier crimen. El anonimato es el enemigo, hay que averiguar como lo hace y sacarla del anonimato”.

En ese mundo, nadie puede ser un fantasma, la privacidad es un delito, todos tienen que estar identificados, y el sistema puede saber, qué hace, qué dice, adónde va, con quién conversa, en qué trabaja, y encima puede revisar y fiscalizar sus pensamientos y recuerdos.

Y esto ocurre porque en ese mundo, el hombre renunció a su privacidad y a su libertad. Algo de lo que estamos muy cerca, porque hemos renunciado a nuestra libertad cuando nos entregamos en cuerpo y almas a las redes sociales.

Los sumisos arequipeños

Según Darós (2019), la tendencia actual es la seducción en la educación. Hacernos creer que tenemos un margen de libertad para decidir, pero que al final, el objetivo es esclavizarnos y que experimentemos satisfacción en ese proceso de pérdida de nuestra independencia. https://www.redalyc.org/journal/869/86966085004/html/

“En la posmodernidad, esta idea se ha transformado en un déjate libremente llevar. Como veremos, se dan adicciones socialmente aceptables y otras no aceptables por las mayorías. Las adicciones -que, en cuanto seducen, siempre quitan un margen de libertad- cuando son socialmente aceptadas, son doblemente más peligrosas, pues no solo seducen sino, además, parecen ser positivas (generadores de una mayor calidad de vida placentera), se hacen socialmente aceptables y resultan ser armas ideológicamente masivas”, apunta Darós.

Todos lo sabemos, pero callamos, porque como dice Darós, resulta placentero. ¿Es posible sentir placer cuando estamos perdiendo nuestra libertad? 

Goméz (2022), sostiene que pareciera que somos responsables de nuestras propias decisiones libres, cuando tiene que ver con nuestro bienestar, estilo de vida, confort, sin embargo, son el marketing, la publicidad, el internet, la televisión, el cine, y principalmente los algoritmos de las redes sociales quienes determinan nuestra libertad. https://hoy.com.do/prevencion-ante-la-nueva-esclavitud/

“Ellos son quienes deciden su libertad; le marcan una tendencia, un comportamiento y le predicen las nuevas decisiones de compras, vacaciones, viajes, ropa, comida, música programas, compra de vehículo, lugares, personas y sistema de creencias con que usted alimenta su cerebro. La nueva esclavitud posmoderna llegó para quedarse”, sentencia Gómez.

Por su parte, Polo (2019) afirma con dureza que quien pretende ser libre, es en realidad un esclavo, y no cualquier sujeto subordinado a un poder o a una opresión, sino, “un esclavo absoluto, en la medida en que sin amo alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria”.

Polo sostiene que el síndrome Burnout es un perfecto epítome de esa nueva situación, porque hemos pasado de la “servidumbre voluntaria” a la auto explotación voluntaria. “Tenemos ante nosotros el inaudito espectáculo de unos organismos que se exprimen a sí mismos sin conmiseración”, sentencia el autor. file:///C:/Users/Christian/Downloads/4562-Texto%20del%20art%C3%ADculo-30153-1-10-20190506.pdf

Somos víctimas del sistema capitalista impuesto por la posmodernidad. Adoptando hábitos que nunca fueron propios y generando consumos innecesarios solo porque eso está de moda, según las redes sociales.

Ocurrió recientemente, cuando por una canción de una intérprete argentina que se socializó en México años atrás, pero que nunca se vivió en el Perú, se multiplicó exponencialmente la demanda de flores amarillas de cualquier tipo, sin importar siquiera que eran pintadas con aerosol de mala calidad.

Los varones, principalmente, el pasado 21 de setiembre, se amontonaron en cuánta florería encontraban, para comprar a cualquier precio, la flor de color amarillo que estuviera disponible. Esa costumbre nunca fue peruana, ni menos, arequipeña, pero como en Tik Tok, era tendencia regalar flores amarillas, y las damas así lo pedían, entonces, la presión social de una imposición virtual, les recordó a los hombres que son esclavos del sistema, y no dudaron en agotar todas las flores de mercados y cementerios para quedar bien con la mujer amada.



Cientos de fotos inundaron las redes sociales de hombres y mujeres, esclavizados por las tendencias efímeras que circulan en la web. Esclavos de la moda y de lo que ordenan los temas de moda, así como las mujeres y hombres son esclavos de la belleza.

De la Gandara afirma que una de las mayores creaciones de este momento conocido como posmodernidad fue el 'pret-a-porter'. Lo que equivale a entender que el lujo se encuentra al alcance de cualquiera, aunque de manera efímera y variable. “Adoramos la belleza y aún más, su ostentación, nos divierte el lujo y aún más lo superfluo, pero caemos en sus trampas insalubres”; afirma. https://www.huffingtonpost.es/jesus-j-de-la-gandara/espejismos-posmodernos_b_3560387.html

No somos libres

Hemos renunciado, sin resistirnos, a nuestra libertad. En silencio, aceptamos ser esclavos digitales, y lo proclamamos con nuestros actos y nuevos hábitos impuestos por las redes sociales. Allí recibimos las instrucciones de dónde comer, qué vestir, adonde viajar, qué decir, y todo eso, sin pensar.

El hombre debería tener el derecho a no ser digital, aunque sea una contradicción desde la postura posmoderna que sostiene que quién no está en internet, no existe. 

Aún así, sería una forma de liberarnos de esta esclavitud invisible que reduce al hombre y que lo convierte en un objeto movido solo por la inercia de su incapacidad de decisión respecto a lo que circula en las redes sociales.

Huxley (1963), ya sostenía el siglo pasado que “la esencia de la coerción psicológica consiste en que aquellos que actúan bajo su efecto, tienen la impresión de que están actuando por iniciativa propia”. 

Es que, según el autor, la víctima de la manipulación mental, no sabe que es víctima. Las rejas de su prisión son invisibles, y cree que es libre. "Hoy, los trabajadores son consumidores que cumplen los dictámenes del mercado laboral y consumismo digital, son conducidos en la totalidad de sus vidas por una especia de control remoto, es la nueva esclavitud del siglo XXI”, afirmó Huxley.

https://rebelion.org/humanizacion-del-trabajo-en-la-era-de-la-esclavitud-digital/

¿Puede la esclavitud generar alegría y felicidad? Las redes sociales lo han logrado. Pero son sentimientos falsos. En Arequipa, crece el número de sumisos que pasan la mayor parte del tiempo, perdiendo su vida frente a las pantallas que proyectan aplicativos como Facebook, Instagram y Tik Tok, sonriendo y disfrutando, inmóviles, pasivos e indiferentes. Incapaces de reclamar su libertad porque no se sienten conquistados, en lugar de opresión y sumisión, encuentran una salida a sus limitaciones personales y económicas, y viven una ficción desde sus pantallas del celular.



Olivan y Vidal, le preguntaron a Nawal al Saadawi sobre el rol de los medios de comunicación, y la escritora respondió:

-“Los medios de comunicación son un arma muy importante en manos del sistema, y es terrible ver cómo los medios árabes dependen de los europeos y americanos. Mediáticamente vivimos en la era de las tinieblas. Los medios de comunicación pertenecen a los ricos y poderosos, por eso necesitamos tener medios alternativos”.

Efectivamente, los medios de comunicación y los periodistas, son cómplices de esta esclavitud digital, y al mismo tiempo, son también víctimas. Todos estamos en una gran tina de jabón, llena de agua hirviendo, al igual que Matalaché, pero creyendo real todo lo que sentimos desde nuestras pantallas, viviendo sólo en nuestra imaginación y olvidando que el hombre nació libre, para luchar por su libertad para vivir en un mundo real y amar de verdad, sin opresión ni sumisión.